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Temas |LOS CELULARES PUEDEN DIFICULTAR LA MADURACIÓN

Los chicos y las pantallas: estrategias para evitar problemas futuros

El uso excesivo de la tecnología en chicos de tempranas edades puede afectar su desarrollo neuronal. Los detalles de un impacto que pega en el seno de las familias. La palabra de un profesional local

Los chicos y las pantallas: estrategias para evitar problemas futuros
4 de Febrero de 2024 | 08:17
Edición impresa

En la actualidad, los adultos, a pesar de no ser nativos digitales, se ven “atrapados” por las pantallas, generando inquietudes sobre el impacto en la atención y la interacción con los niños. Este fenómeno cobra especial relevancia en el cuidado de los más pequeños, quienes requieren atención, estímulo y conexiones humanas para un desarrollo óptimo.

El riesgo de no prestar la atención necesaria a los niños es latente, y se destaca la importancia de ser modelos ejemplares en el uso de las pantallas. Los niños imitan el comportamiento de los adultos, lo que puede resultar en un interés adictivo y desconectado del mundo presencial.

Los primeros años de vida son cruciales para la formación del cerebro de un niño, y las pantallas pueden interrumpir, postergar e incluso cancelar las interacciones necesarias para su maduración. Es fundamental entender que los más pequeños necesitan conexiones humanas para crecer, aprender y prosperar, y es en este contexto donde se forjan conexiones neuronales esenciales.

El Dr. Abel Albino, en sus charlas que citó La Nación, ha ilustrado de manera impactante las diferencias cerebrales entre un niño bien estimulado y otro que no tuvo la suerte de recibir estímulos durante los primeros años de vida. La conexión humana enriquece el desarrollo cognitivo y emocional de los niños, permitiéndoles incorporarse con seguridad al entorno humano.

La ausencia de respuesta a la mirada o gestos de los niños puede tener consecuencias significativas, llevándolos a aislarse o buscar atención de manera disruptiva. La calidad y el tiempo de atención que los adultos ofrecen a los niños se ven amenazados por las constantes interrupciones de las pantallas, que pueden alejar a los adultos de sus responsabilidades parentales.

El “ping” constante de los teléfonos móviles, inadvertidamente, desconecta a los adultos de sus hijos. Esta desconexión, evidenciada en una conocida publicidad, ilustra cómo la atención centrada en las pantallas puede hacer que dejemos de ver, responder y cuidar a nuestros hijos de manera adecuada.

 

La ausencia de respuesta a la mirada o gestos de los niños puede tener consecuencias

 

Los niños no solo aprenden a relacionarse con la tecnología de manera adictiva, sino que también perciben que no son la prioridad de los adultos. Necesitan momentos de presencia real, incondicional y empática para desarrollar un vínculo seguro, esencial para su crecimiento emocional y su capacidad de relacionarse con otros.

La dificultad para regular el uso de pantallas en los niños puede generar problemas en su desarrollo. Los pediatras sugieren limitar el a pantallas hasta los dos años, permitiendo su uso en compañía de los padres entre los dos y los cinco años, y supervisado a partir de los seis años.

La sobreexposición a pantallas contribuye a la creciente cantidad de niños con problemas de sobreestimulación, falta de autorregulación, retrasos en el lenguaje y habilidades sociales deficientes. Este fenómeno, atribuido en parte al mágico mundo de las pantallas, afecta negativamente funciones vitales para su presente y futuro.

En la formación de la fortaleza interna y habilidades de los niños, el vínculo humano con los padres y otras personas es esencial. Es imperativo encontrar un equilibrio en el uso del tiempo libre que incluya el uso de pantallas, pero sin descuidar otras actividades cruciales para el desarrollo de los niños. La conciencia y la acción proactiva son clave para criar a la próxima generación en un mundo digital de manera saludable y equilibrada.

“Retirar el celular de la habitación, cuando los chicos se van a dormir a la noche, puede ser la estrategia perfecta porque las pantallas de los celulares tienen una ‘luz azul’ que, cuando el cerebro la detecta, se bloquea la liberación de una hormona (melatonina) del sueño”, detalló, de arranque, el neurólogo infantil Mauricio Pedersoli en diálogo con EL DIA. Más allá de la descripción precisa, los padres y las madres se preguntan... ¿Cómo hacer para que sus hijos “larguen” el teléfono?

El celular, fuera de la habitación para un sueño mejor

El médico amplió que “sacar el celular de la habitación va a permitir que los chicos duerman mejor”. En ese sentido, es preciso explicarles a los niños que, “para poder estar bien el otro día, hay que evitar las pantallas después las 20 horas, justamente por el efecto negativo que tiene la luz azul en el cerebro, que es engañado”, explicó el doctor.

La mente procesa una señal que se asemeja a la que percibe con la luz diurna y, de ese modo, se activan todos los sistemas de alerta, por lo que no se puede conciliar el sueño. “Un chico que no duerme bien a la noche, al otro día se puede encontrar irritable e hiperactivo. También suele suceder que tengan dolores de cabeza y dificultades para aprender”, definió Pedersoli. Además, el profesional destacó la importancia de un “sueño reparador” que es amenazado por las “notificaciones” que llegan de noche y pueden interrumpir ese momento sagrado de recuperación.

“Como las pantallas generan adicción por la activación del sistema de alerta y por liberación de dopamina, muchas veces no es posible dormir con el celular”, insistió Mauricio, al tiempo que revalorizó la estrategia de despegarse de los teléfonos en edades tempranas.

La activación del sistema de alerta se llama de sistema de “recompensas cerebrales”, que es lo que genera adicción a varias drogas. “Muchos de los de los cambios que se generan en la persona es principalmente por los trastornos que generan el sueño y también por por la liberación de una sustancia se llama cortisol que puede generar muchísimas consecuencias físicas y mentales”, repuso el doctor.

“En el caso de los más chiquitos y los preescolares, ellos aprenden por imitación. En este caso, se vuelve importante otra cosa importante poner límites, más en la etapa escolar. Hay que tomarse el tiempo de ir explicándole las consecuencias negativas de mirar muchas horas las pantallas”, sumó el médico.

A su vez, el neurólogo argumentó que “las pantallas pueden afectar el aprendizaje de los chicos y generar trastornos psiquiátricos, depresión, ansiedad”.

“La necesidad de querer estar todo el día con el celular genera una adicción y, al después no querer compartir el tiempo con los amigos, ni salir a relacionarse con el mundo, eso también puede generar problemas físicos”, precisó el neurólogo que acercó otra estrategia: “si les mostramos a los chicos todo el abanico de problemas que pueden generar las pantallas en su cerebro, eso les va a quedar y a los padres y madres les va a permitir que puedan darle un poco más de pelea a este fenómeno que, por momentos, parece incontrolable”.

Otra de las estrategias puede ser el “modo no molestar”. Sobre este método, el profesional se explayó: “No está mal, pero es una medida muy ‘light’ para combatir la adicción que tienen los adolescentes al celular. Por más que se ponga “no molestar”, el cerebro de los adolescentes -que usan mucho el celular- ya está diseñado para mantener la atención permanentemente en el dispositivo y no va a cambiar que reciba, o no, mensajes y notificaciones. Más bien hay que enfocarse en el control voluntario del uso del celular ante esta adicción, ya que, si no, el cerebro les pide interactuar permanentemente con el teléfono”. “Como todas las adicciones, inicialmente se dan por curiosidad y se empieza por probar, pero después se modifican algunos transmisores del cerebro que hacen que después no se decida y se inviertan en los roles, por lo que el celular empieza a decidir por las personas”, graficó.

 

La exposición a pantallas contribuye a que los niños tengan problemas de sobreestimulación

 

Por su parte, hizo una advertencia sobre los más chicos: “Los menores de tres años no pueden ver pantallas. No necesitan las pantallas, sino que, lo que precisan es interactuar con el medio. Naturalmente, se tienen que generar un montón de conexiones neuronales que pueden verse, de alguna forma, coartadas por esta exposición tan precoz de las pantallas. Es tan importante que haya reglas claras de juego como, también, advertir que los menores de tres años no çpueden usar pantallas y de 3 a 5 años, una exposición de calidad para poder obtener algún beneficio y contenido que pueda ser formativo para el niño”.

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