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Roberto Fontanarrosa / Web
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"VIEJO CON ÁRBOL", DE ROBERTO FONTANARROSA
UN POTRERO, UN ÁRBOL Y UNA LECCIÓN PARA SIEMPRE
Hay cuentos que uno lee y olvida. Y hay otros que vuelven, con tanta insistencia que se alojan para siempre. “Viejo con árbol” (1973), del rosarino Roberto Fontanarrosa, pertenece al segundo grupo. Es un relato que habla de fútbol, sí, pero también de ternura, de barrio, de códigos, de respeto y de memoria. Y todo eso condensado en un árbol y en un pibe.
La historia gira en torno a un potrero. Uno de esos baldíos donde se forman amistades, se forjan personalidades y se grita más que en el Monumental. Un potrero cualquiera, hasta que un día aparece un obstáculo: un viejo se planta, literalmente, a cuidar un árbol que había sido plantado en medio de la improvisada cancha. Los pibes protestan, lo quieren echar, pero el viejo se queda. Y no sólo se queda: se gana su lugar. Con tiempo, con presencia, con una historia que no se cuenta, pero que se intuye. Porque ese viejo es más que un señor con sombrero que defiende un árbol: es memoria viva del barrio.
El cuento es corto, directo, narrado con el humor y la ternura característica del Negro Fontanarrosa. Y es, sobre todo, una clase de literatura emocional que no cae en golpes bajos. No hace falta llorar para emocionarse: alcanza con leer esa última escena, ese final que se cuela como un gol inesperado en tiempo de descuento, cuando el narrador, ya adulto, vuelve al potrero y recuerda.
Lo que hace Fontanarrosa es un retrato del fútbol como parte esencial de la vida cotidiana. No del fútbol profesional. Del otro fútbol: el que se juega con buzos como arcos, en terrenos irregulares, entre pibitos con hambre de gol. Y en ese mundo, la figura del viejo que cuida el árbol termina siendo una metáfora poderosa: hay cosas que no se deben patear, ni siquiera sin querer.
Hay que leer este cuento porque nos recuerda que el fútbol es excusa, vehículo, escenario. Que lo que importa no es sólo lo que se juega, sino con quién, dónde y por qué. Porque los potreros están llenos de historias que no llegan a los diarios, pero que marcan una vida. Porque Fontanarrosa, con su estilo llano y preciso, nos entrega una pieza que puede leerse en minutos y quedarse años.
Hernán Casciari
PUBLICADO EN 2012
"MESSI ES UN PERRO": UN CUENTO ICÓNICO DE HERNÁN CASCIARI
Hay textos que intentan explicar la genialidad de Messi con estadísticas, trofeos o récords. Hay series, películas, documentales y miles de entrevistas. Pero, también hay obras que la explican con el corazón.
En 2012, Hernán Casciari publicó el cuento “Messi es un perro”: un texto que no busca convencer con números, sino con emoción. Y que lo logra desde la primera línea.
Con un juego de palabras -‘perro’ en términos futboleros nacionales significa ‘mal jugador’- el título es una trampa tentadora y fácil de caer.
El cuento parte de una idea tan simple como genial: Messi no parece un jugador humano, parece un perro feliz corriendo detrás de una pelota. No piensa, no calcula, no actúa como una estrella. Se mueve por instinto, por deseo puro, como un cachorro que lo único que quiere es jugar.
Esa comparación -que podría parecer absurda o irrespetuosa- se transforma en una metáfora poderosa, tierna, y completamente acertada.
Casciari, con su estilo directo, cargado de oralidad y afecto, hace lo que mejor sabe: contar desde la entraña.
El texto no solo habla de Messi, sino también de lo que nos pasa a nosotros cuando lo vemos jugar. De esa sensación de asombro infantil que todavía se activa cuando lo vemos gambetear a cinco tipos sin despeinarse. De la alegría inexplicable que sentimos cuando lo vemos levantar una copa o sonreír tímidamente. De cómo Messi, sin abrir la boca, dice todo.
El cuento no es una biografía ni un análisis deportivo. Es una carta de amor. Y no solo a Messi, sino al fútbol mismo. Al fútbol que emociona, que conecta generaciones, que hace llorar a gente que no llora por nada más. Casciari logra escribir lo que muchos sentimos pero no sabíamos cómo decir.
¿Y por qué hay que leer este cuento? Porque nos devuelve algo que a veces perdemos: la capacidad de maravillarnos.
Porque nos recuerda que el fútbol, cuando es sincero, tiene algo de animal, de simple, de noble. Porque nos hace querer a Messi no por sus goles ni por sus récords, sino por cómo es: por su timidez, por su lealtad, por su manera de jugar como si todavía estuviera en el patio de su casa.
“Messi es un perro” es un cuento para leer varias veces. Para compartir con quien no entiende por qué tanto fanatismo. Para llorar un poco, sonreír mucho y volver a creer que, cada tanto, la alegría también puede venir en forma de zurdo rosarino, bajito, con la diez en la espalda. Y que sí, a veces, los perros ganan Mundiales...
Osvaldo Soriano
SE PUBLICÓ EN 1998
"EL PENAL MÁS LARGO DEL MUNDO": UN CLÁSICO FUTBOLERO DE OSVALDO SORIANO
El fútbol argentino no es solo un deporte. Es drama, es teatro, es religión, es política barrial. En esta obra de Osvaldo Soriano transforma una jugada común del fútbol en una historia extraordinaria. Y lo hace con una narración que parece escrita en el aire de un bar, entre una anécdota exagerada y una cerveza compartida.
El cuento arranca con un partido en la Patagonia profunda. No hay grandes estadios ni millones en juego. Hay barro, camisetas remendadas y una pasión desbordada. En medio del partido, el arquero del equipo del narrador comete una falta que desemboca en penal. Pero justo cuando el delantero rival se prepara para patear, empieza una tormenta de nieve. El partido se suspende y el penal queda en suspenso por meses.
El escritor y periodista transforma una jugada común del fútbol en una historia extraordinaria
Durante ese tiempo, el pueblo entra en una especie de limbo futbolero. El penal todavía no se pateó, y eso alcanza para mantener la tensión viva. Hay discusiones eternas en el almacén, estrategias pensadas con precisión militar, entrenamientos dedicados exclusivamente a atajar ese tiro. Todo gira alrededor de un penal que todavía no fue. La espera se convierte en el verdadero partido.
Soriano es un maestro en capturar ese aire de pueblo chico donde todo se exagera y se vive con intensidad. Cada personaje del cuento tiene algo reconocible: el arquero torpe pero querible, el técnico que cree saber más que Menotti, el relator radial que dramatiza todo como si fuera la final del mundo. Con humor y sensibilidad, el autor convierte una historia mínima en una épica barrial que no se olvida.
¿Y por qué hay que leer este cuento? Nos muestra una verdad del fútbol argentino: no importa si es un Mundial o un torneo zonal, la pasión es la misma. Porque nos recuerda que lo que rodea al fútbol -las charlas, las cábalas, la ansiedad, el barrio- es tan importante como el juego en sí. Porque Soriano escribe con una mezcla única de nostalgia, ironía y afecto, y logra que veamos en ese penal interminable algo más profundo: cómo vive y respira una comunidad entera.
Y cuando finalmente se patea, no importa si es gol o no. Lo que importa es todo lo que se vivió mientras tanto.
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