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Deslices y fallas de protocolo: cuando la monarquía tropieza

Errores y situaciones embarazosas protagonizadas por figuras de alto perfil público y soberanos europeos. El costado más humano y cotidiano de la realeza

Deslices y fallas de protocolo: cuando la monarquía tropieza

La caída de Juan Carlos / Web

VIRGINIA BLONDEAU
Por VIRGINIA BLONDEAU

1 de Junio de 2025 | 04:27
Edición impresa

Despistes, tropiezos y descuidos. Nadie es perfecto y de eso bien pueden dar fe los múltiples registros que hay en la prensa sobre los papelones de los grandes hombres y mujeres de estado.

ESCENAS DE LA VIDA CONYUGAL

Mucho se ha hablado esta semana de la cachetada apenas esquivada que le propinó a Emanuel Macron su propia esposa. Con el entrenamiento que parece tener en casa, se explica que el presidente de Francia no tenga temor a enfrentarse ni con Putin ni con los grupos guerrilleros palestinos más violentos.

Los Macron no son de la realeza pero sí estrellas rutilantes en el firmamento político y este episodio nos evoca a otros que protagonizaron nuestros amigos los “royals”.

Sin ir más lejos el martes pasado, un día después del “golpe de estado” de Brigitte Macron, la reina Camila tuvo que lidiar con el despiste de su esposo, el rey Carlos III de Inglaterra. La pareja estaba en el aeropuerto de Ottawa a punto de subirse a un avión para regresar a Londres pero antes debían acercarse a saludar al equipo de policías que los habían custodiados durante la visita a Canadá. Se notaba que había algún retraso en la agenda la comitiva caminaba por la pista a paso firme. Bueno… no todos. El rey, de pronto, se detuvo a conversar con dos soldados pertenecientes a los Royal Guard Dragoons. Estaban tan apurados que ni la reina ni el guardaespaldas se dieron cuenta de que Carlos no estaba con ellos y tuvieron que desandar sus pasos para ir a buscarlo. Ya se sabe que el hombre es bastante cabeza dura y que cuando tiene ganas de charlar no hay quien se lo impida así que mientras Camila intentaba arrastrarlo, el otro más se resistía. Y la cosa no quedó allí: la reina tuvo la complicada tarea de lograr que se quedara quieto y posara para las fotos que estaban pautadas porque no paraba de moverse y charlar. En un momento temimos que quisiera emular a su colega, la consorte sa.

Los reyes británicos se despiden de Canadá / Web

Son estas anécdotas inocentes comparadas con los desplantes del rey Juan Carlos de España a su esposa, la reina Sofía. Físicos y verbales. Imposible no recordar cuando, en 2010, los entonces reyes viajaron a Santiago de Compostela y él tropezó en la escalinata. La reina Sofía iba del brazo e instintivamente intentó sostenerlo. Se vio y escuchó claramente que el monarca le decía “Déjame en paz” y continuaba recriminándole su actitud. Esa anécdota fue el principio del fin.

POR LOS SUELOS

Para esa época el rey comenzaba a tener problemas de movilidad y, en 2012, una caída en una habitación de hotel en Botsuana hizo que saliera a la luz su romance con Corina Larsen. Claro que no hay registros de ese momento pero sí del aparatoso “vuelo” del monarca cuando en un acto militar tropezó con un escalón. En estos más de diez años los tropiezos de Juan Carlos fueron más institucionales que físicos pero es evidente el deterioro. Caminar puede poco pero no ha renunciado a la navegación a vela y suele ir a los mares de Galicia incluso a competir. Cómo logra subir a esos inestables veleros es un misterio del que no hay registro gráfico pero no nos sorprenderemos si algún día nos enteramos que se ha dado un chapuzón involuntario.

Otros dos que andan bastante por los suelos son la reina Dinamarca y el rey de Noruega. Precisamente ellos protagonizaron un simpático ida y vuelta hace dos años en Copenhague.

Al comienzo de una visita de estado, Harald debía subir un par de escalones para saludar a Margarita, que lo esperaba en un palio, pero tropezó y cayó a los pies de la monarca danesa. El momento fue sorteado con humor. Harald le dijo “Me postro ante Vuestra Majestad” y Margarita, sagaz, le contestó “No esperes que yo haga lo mismo cuando vaya a visitarte”.

Si tiramos de la punta del hilo, papelones reales habrá muchos. Simpáticos y trágicos; intrascendentes o importantes. Como en la vida de todos nosotros. La gran diferencia es que sus enormes privilegios van acompañados de una exposición mediática no siempre deseada.

El rey Harald, tras reponerse de la caída / Web

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